“Al día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar, viendo que allí no había más que una barca, excepto aquella en la que habían entrado los discípulos,
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Y que Jesús no había entrado en esa barca con sus discípulos, sino que sus discípulos habían ido solos (Sin embargo, otras barcas habían llegado desde Tiberíades, cerca del lugar donde comieron el pan, y el Señor había dado gracias).
Entonces la multitud, al ver que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron también a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
Y cuando lo encontraron al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo viniste aquí?
Jesús les respondió y dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no por las señales que habéis visto, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual os dará el Hijo del Hombre; porque a éste el Padre, Dios, lo ha sellado.
Entonces le dijeron: ¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que él ha enviado.
Entonces le dijeron: ¿Qué señal haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué operas?
Nuestros padres comieron maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.
Entonces Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Moisés no os dio el pan del cielo; pero mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo.
Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; El que a mí viene, no tendrá hambre, y el que cree en mí, nunca tendrá sed. Pero os dije que también vosotros me visteis, y no creéis.
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, nunca lo echaré fuera. Porque bajé del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Y la voluntad del Padre que me envió es ésta: que ninguno de todo lo que me ha dado perezca, sino que resucite en el día postrero.
Porque esta es la voluntad del que me envió: Que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna; y lo resucitaré en el último día“.
Juan 6:22-40
La importancia del evangelio del día
Como cristianos, le damos un gran valor a la Palabra de Dios. Es mediante la creencia en la Palabra de Dios que somos salvos (Rom 10:17). La Palabra de Dios se convierte entonces en nuestra guía de vida en todas las circunstancias, ya sea en el ámbito laboral, en la vida social o incluso en el círculo familiar. Nuestra aspiración debe ser vivir según la Palabra de Dios.
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Cada día un hermoso texto de la palabra de Dios para que medites y hables con el Padre.
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