"Padre que estás en los cielos, danos el don de discernir quiénes somos y en qué debemos convertirnos. Libera nuestros ojos de todo engaño, para que ya no podamos engañarnos con las cosas terrenales.
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Limpia nuestros ojos para ver lo que es eterno en nosotros y a nuestro alrededor. Haznos verdaderos hijos e hijas, que tu palabra y sabiduría estén cada día en nuestros corazones.
Concédenos que sigamos alegrándonos y gozando juntos, ayudándonos unos a otros en vez de oprimirnos, hasta que este mundo se llene de la alegría de tu reino.
tenemos el placer para tener tu Espíritu Santo en nuestras vidas, para alegrarnos en los momentos tristes y ser nuestro consolador en los momentos de angustia y soledad.
Él permanece siempre con nosotros. Bendito sea tu nombre por los siglos de los siglos. Amén"
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