“Querido Padre celestial, concédenos la paz interior que necesitamos para llegar a tu presencia y escucharte, olvidándonos de todo lo que intenta imponernos.
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Mantén nuestro corazón feliz y agradecido por todo, incluso con el dolor, la angustia y el sufrimiento. Les agradecemos su apoyo y ayuda en todo lo que nos rodea.
En toda nuestra vida, trabajo y actividades, vivimos de lo que viene de ti Señor y nos regocijamos en Cristo nuestro Salvador. Por eso te damos gracias y alabamos tu nombre.
Que seamos siempre fieles y llenos de esperanza, trabajando y luchando no sólo por nosotros mismos, sino también por las obras que el Señor Nos encomendó a su reino y a su justicia.
A través del Salvador Jesucristo podemos dirigir nuestra vida con gozo, amor y paciencia hacia la gran meta preparada ante nosotros por sus hijos y ante el mundo entero. Amén"
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